CONAFE, Cuarenta Años de Presencia Comunitaria
Alfredo Velázquez Valle
Creado por decreto presidencial el 11 de septiembre de 1971, el Consejo Nacional de Fomento Educativo surgió como una respuesta del gobierno federal a las demandas de un segmento de la población que permanecía severamente marginada de los servicios educativos, entre otros.
Efectivamente, la accidentada geografía del país había sido una condicionante importante para que los recursos, en servicios, que ofrecía el gobierno federal, resultasen insuficientes o inoperantes ya que, aisladas, muchas comunidades poblacionales carecían de los medios por los cuales allegarse los beneficios que la propia Constitución de 1917 había sancionado: “…en la realidad encontramos que uno de los grandes problemas de México para su atención educativa –además de económico y social- es la dispersión de las comunidades, que por su incomunicación originan desadaptación, desarraigo y ausentismo en los maestros y más aún, el rechazo de plazas adscritas a modestas y lejanas comunidades.” (CONAFE, 1974)
El artículo tercero constitucional establecía, ya desde aquel lejano año del ´17, además de la laicidad y la gratuidad, la obligatoriedad de todos los niños de asistir a la escuela primaria. Ello se había cumplido parcialmente y al ritmo de una nación que carecía de los recursos materiales y la ausencia de maestros titulados comprometidos que llevaran la letra un poco más allá de los límites urbanos o semi-urbanos.
Sin embargo, sí es un hecho que se había conseguido bastante en poco más de cincuenta años: la escuela pública mexicana tenía presencia en cada una de las ciudades y poblados de importancia del territorio nacional que, difícilmente se podría decir que los anhelos por los cuales se había luchado y muerto en la Revolución, no estaban grandemente cubiertos.
Será así que, para abatir o nulificar totalmente el analfabetismo y cumplir fielmente el mandato constitucional en materia educativa, el gobierno federal, a cuya cabeza se encontraba el Lic. Luis Echeverría Álvarez, se propusiera como objetivo, la creación de un organismo, de proyección nacional, que se avocara a reducir la brecha educativa entre el campo y la ciudad.
Pero serán las mismas características socio geográficas de esos poblados de escasos habitantes las que impelan una estrategia específica, adecuada, que, en esencia, resultara eficiente en su aplicación y efectiva en los resultados: es decir, que la educación elemental (los seis años de educación primaria), pudiera allegarse efectivamente a las niñas y niños de los rincones más apartados de México y donde la instrucción primaria del total de 139, 633 comunidades del país, no llegaba al tercer año escolar.
Para ello, se recurrió a los recursos económicos de quienes podían ofrecerlos: los particulares con posibilidades para sufragarlos (principalmente por cuotas aportadas por los mismos padres de familia) y, el propio Estado, a través de sus órganos que, por medio de becas o compensaciones podía canalizar cierta ayuda para cubrir los honorarios de instructores comunitarios que se avocaran a: “…la labor que debe llevarse hasta el último rincón del país y con todos los mexicanos particularmente con los niños, para informarlos y conformarlos dentro de la más clara concepción de los más elevados valores de la patria.” (CONAFE, 1974)
Es así como surge en este específico segmento del, a su vez, grande, complejo y prismático contexto social, el Consejo Nacional de Fomento Educativo. Instrumento en manos del Estado con la encomienda exclusiva de enganchar los vagones rezagados de la población eminentemente campesina a la locomotora del desarrollo nacional.
Aquí, en nuestro estado, Coahuila, las acciones efectivas para la implementación de los mecanismos necesarios que coadyuvaran al objetivo del Consejo, se llevaron a cabo a partir de julio de 1974, tres años después del Decreto presidencial fundacional.
Este año, por lo tanto, el CONAFE cumplirá cuarenta años de efectivo trabajar en provecho de las comunidades marginadas coahuilenses, dónde las circunstancias aún hoy no permiten la integración de todos los mexicanos a la equidad de recursos y beneficios que toda sociedad cimentada en el bienestar de su población demanda.
Mucho se esperó de los instructores comunitarios en el arranque de esta cruzada contra el rezago educativo nacional. De ellos, en última instancia, dependería el éxito de los esfuerzos que los sectores interesados implementaban en su conjunto.
Así lo plantea el documento oficial del propio CONAFE cuando habla de ello en el apartado que fundamenta la reglamentación a la que se sujetaría la impartición de los cursos de preparación para los propios instructores.
Dos cosas se pide de ellos: instruir y capacitar. La primera, tendiente a desarrollar una cultura nacionalista entre los niños y la segunda, avezarlos en las labores del trabajo agrícola o pecuario.
Quizá, las herramientas que el propio Estado mexicano trató de poner en manos de estos voluntarios que, en forma de servicio social, se avocaron a dicha ardua y difícil tarea, hayan sido complejas y de poco valor efectivo. Lo cierto, es que para nuestro estado devino en la creación de 102 plazas de Maestros Comunitarios repartidos entre las diversas pequeñas localidades de los municipios de la entidad (cien en total).
El cinco de noviembre de ese año -y posterior al curso de Capacitación Pedagógica Elemental para instructores comunitarios llevado a cabo en julio- informaba el entonces gobernador del estado, Ing. Eulalio Gutiérrez Treviño, que estos maestros para comunidades rezagadas atendían ya “…a un total de 2, 299 niños, impartiéndoles instrucción del 1° al 3er. Grado.” (CONAFE, Delegación Coahuila, 1974)
Del pago otorgado a los Instructores Comunitarios por los servicios prestados a la entidad ($1,000.00), estos los aportaba, según lo hacía saber el Presidente Ejecutivo del Patronato de Fomento de Educación Rural Particular del Estado de Coahuila, A. C., Lic. Humberto Gómez Villarreal, en porcentaje: un 75% el propio CONAFE y el 25 % restante, el gobierno del estado.
Los adolescentes escogidos en las localidades próximas al lugar donde deberían desempeñarse como instructores tenían, por principio que haber acreditado estudios de educación secundaria, ser vecinos de lugar, aprobar un examen de admisión y contar con un acta de nacimiento.
Por último, de quienes reunieran estos requisitos, se evaluaría y seleccionaría a los mejores candidatos para llevar el curso de capacitación propedéutico que, en el caso de Coahuila, se llevó a cabo en la Escuela Primaria Federal. “Tipo 20 de Noviembre”, del 15 de julio al 8 de agosto del año referido.
Las materias que conformaron el curso intensivo de Capacitación Pedagógica Elemental para Instructor de Escuelas Comunitarias fueron las que a continuación cito:
Español, impartido por el maestro José Grimaldo Flores; Matemáticas, impartida por el profesor Dionisio Sánchez Villaseñor; Ciencias Naturales, por el profesor Luis Álvarez Cortés; Ciencias Sociales, por el maestro Bartolo Álvarez Ruiz; Didáctica de la Organización y Administración Escolares, el maestro Heliodoro González Valdés; Material Didáctico, por el profesor Gustavo Ramírez Padilla; Didáctica de Actividades Tecnológicas, la maestra María del Rosario Domínguez García; Educación Física, Recreación y Deportes, impartida por el profesor Nicanor Piña Ríos.
Al término del curso se celebró una ceremonia de clausura en donde se les entregó a los participantes del curso, una Constancia por parte del Patronato de Fomento Rural Particular, A. C., del estado de Coahuila.
El día dos de septiembre, se inicia- ron formalmente los cursos en las Escuelas Comunitarias.
En este Archivo Histórico se encuentra la lista final de los alumnos que aprobaron su curso para Instructor Comunitario.
Los municipios del estado que más se vieron beneficiados por el número de instructores comunitarios destinados a sus comunidades fueron: Ramos Arizpe, con veintidós; Saltillo, diez; Ocampo, con siete; San Pedro, con seis; Zaragoza, con seis, y Parras de la Fuente con cinco.
Para finalizar este breve relato histórico, incluimos, para tu atención, los principios fundamentales que dieron soporte al primer Sistema de Cursos Comunitarios del CONAFE; Consejo, de cuya labor hablará, en última instancia y muy seguramente, la primera generación, que recibió de los jóvenes Instructores Comunitarios, las herramientas para la integración a una sociedad que comenzaba a demandar un mismo ritmo que terminara por encajar perfectamente en el engranaje de la maquinaria mundial de producción y que hoy llamamos, coloquialmente: “globalización”.
SISTEMA DE CURSOS COMUNITARIOS
Principios Fundamentales
1. El Consejo Nacional de Fomento Educativo, fue creado por Decreto Presidencial con el propósito de “allegarse recursos complementarios, económicos y técnicos, nacionales o extranjeros para aplicarlos al mejor desarrollo de la educación”.
2. Con base en lo anterior, promoverá la creación de asociaciones civiles para el fomento de la educación rural particular, en aquellas entidades que tengan necesidades educativas comunitarias y se den las condiciones para su desarrollo.
3. La Asociación Civil con fines educativos, tendrá una composición social en la que estén representados los diversos sectores tales como: la industria, la banca, el comercio, clubes sociales, asociaciones de profesionales, organizaciones obreras, campesinas y de padres de familia, así como maestros.
4. Serán cursos particulares, promovidos y sostenidos por una Asociación Civil de nivel estatal cuya acción es crear un sistema educativo particular de interés social…
5. Su ubicación será en las pequeñas comunidades rurales carentes de servicios educativos para promover su desarrollo…
6. La educación que se imparta en los cursos comunitarios será la elemental y de acuerdo con los planes y programas del sistema educativo nacional…
7. Los estudios que se realicen en los cursos comunitarios se acreditarán en apoyo a lo señalado en el artículo 66.
8. Los cursos comunitarios serán atendidos por jóvenes de la región con estudios de secundaria, entendida su labor como la prestación de un servicio social educativo y para lo cual llevarán previamente un curso de capacitación pedagógica elemental, organizado por la Asociación Civil, que los haga aptos para ser Instructores Comunitarios.
9. En los cursos comunitarios, por ser de carácter particular, se cubrirán los estipendios de su Instructor, por las cuotas de los alumnos, las cuales provendrán de las becas en forma de paquete que reciban los alumnos a través del Comité Comunitario.
El apoyo económico que en forma de becas reciban los Comités Comunitarios, provendrá de la Asociación Civil y otras fuentes que puedan allegarse. |